Señor de los amigos, El

Sinopsis
Jesús tuvo doce discípulos, un grupo más o menos grande de seguidores habituales y, si hemos de hacer caso a los evangelios, multitudes inmensas que lo seguían y a quienes, en célebre ocasión, dio de comer con solo cinco panes y dos peces. Sin embargo, el día de su muerte (es decir, de su asesinato), junto a la cruz no había nadie más que su madre, uno de sus discípulos que era apenas un adolescente, y un grupillo de mujeres con más miedo que vergüenza.
Este libro es la historia de un gran fracaso. El mensaje de Jesús, sus acciones, el movimiento que él lideró durante poco más de dos años, acabó con una sonora bancarrota. Hasta él mismo, su fundador y alma máter, llegó a dudar seriamente, entre olivos y sobre la cruz, del éxito de su propuesta.
Este fracaso cabría hacerlo extensible -aunque esto sea más discutible- a los siglos posteriores: ¿Es la Iglesia de hoy -ha sido la Iglesia de estos veinte siglos- el reino a lo divino que Jesús quiso poner en marcha? ¿No es más bien -como piensan algunos- la confirmación de su fracaso final?
Acostumbrados a un Dios de relumbrón y a una serie de ritos que recuerdan sospechosamente a los de todas las religiones que en el mundo han sido, corremos el riesgo de olvidar o menospreciar lo que fue la experiencia humana de Jesús. Este libro, que concluye el ciclo de su vida después de ¡Qué bueno que viniste! sobre la infancia y Un Señor como Dios manda sobre la vida pública, intenta ahondar en lo que hace de Jesús un semejante nuestro, con una agonía como nuestro sufrimiento y una esperanza en que la muerte no sea, a pesar de todo, el final.

Solo esta declarada intención de hablar desde nuestra carne viva justifica ciertos dibujos, determinadas libertades históricas y un lenguaje algo más que coloquial. Para volver a decir que Nuestro Señor Jesucristo era un muchacho excelente, no vale la pena publicar más libros; para invitar a considerar a la luz de su vida nuestro hastío y nuestra esperanza, tal vez sí.