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Sinopsis
Hace tres generaciones las mujeres que llegaban a los cincuenta habían alcanzado la decadencia emocional, profesional, sentimental y física de sus vidas. Estaban programadas para crear un nido en el que dar continuidad a la institución familiar: buscar un marido, edificar un hogar, tener unos hijos, educarlos, alimentarlos,. comprenderlos, bla, bla, bla. Llegados los cincuenta y con una esperanza de vida de ochenta y tantos, la misión socializadora había acabado y esa mujer entregada a la institución sufría lo que los psicólogos llamaron Depresión de nido vacío . No era momento de ser emprendedora a esa edad y ya había recogido sus frutos de juventud. La tercera y última edad se apropiaba de sus neuronas y paralizaba cualquier ápice de actividad que hubiera en sus vidas.
Las cosas han cambiado y una mujer a los cincuenta años está simplemente en la flor de la vida. Gracias a los avances médicos y tecnológicos, la esperanza de vida ha aumentado considerablemente... y no hablemos de lo mucho que se ha prolongado la edad fértil de una mujer. Además, las expectativas sociales de una mujer madura siguen intactas. Por fin, la edad también es un grado para la mujer y los cincuenta años son cada vez menos sinónimo de flaccidez existencial y más de perspectiva de futuro.
¿Cómo nos ha pillado esta nueva situación? ¿Cómo acepta la sociedad a esta nueva mujer? ¿Cómo se entiende ella misma? ¿Qué modelos hay que tirar por el sumidero?
Biografía del autor:
Nacer en Ávila, aunque sea en el mes de junio, imprime carácter. Tanto, que desde niña me ducho todas las mañanas con agua fría. Una costumbre que ha influido en mi carácter de mujer activa, inquieta, ordenada y desordenada al mismo tiempo. De manera que, siendo de donde soy, es lógico que quisiera ser monja antes que cualquier otra cosa, hasta que me di cuenta de que ese no era mi camino porque, como buena géminis, nada me molesta más que la inactividad.
A lo largo de mi vida he tratado de ser fiel a mis amigos y a las personas que me han tendido una mano en el momento oportuno. Quizás por eso he seguido al pie de la letra un consejo que me dio la escritora Carmen Conde: Siendo mujer, lo vas a tener difícil; por eso, si llamas a una puerta y ves que no te abren, da una patada y entra .
Al periodismo llegué en 1970 por casualidad, pero pronto se convirtió en la gran pasión de mi vida. Empecé de la mano de Emilio Romero, mi gran maestro, en el diario Pueblo. Desde entonces he tocado todos o casi todos los palillos de la profesión: he sido reportera de sucesos, de cultura y sociedad, cronista política desde 1975 hasta 1987 -lo que me permitió vivir la transición en primera fila y publicar un libro que trata sobre los sucesos del 23-F: La noche de los transistores. El rey que paró el golpe- y desde hace unos años, me dedico a la crónica del corazón.
En televisión comencé de la mano de María Teresa Campos, con la que he vuelto después de diez años, en Antena 3 Televisión, donde ya hace tiempo tuve la oportunidad de tocar el cielo con la punta de los dedos -dirigí mi propio programa, Exba Rosig que presentaba junto a Ana Rosa Quintana-, y también la de bajar a los infiernos. De ambas experiencias salí fortalecida y con más ganas que nunca de seguir en una profesión en la que me siento como pez en el agua.
En estos treinta años he recibido premios, algunos de ellos muy importantes, he escrito siete libros, he impartido cientos de conferencias sobre la situación de la mujer en el mundo actual y sus retos en el siglo XXI, pero lo más destacable es que hoy, con los cincuenta y cinco cumplidos, puedo decir que escribir y comunicar ha sido el resultado de una actividad apasionante y uno de los grandes premios que me ha concedido la vida.
Editorial RANDOM HOUSE MONDADORI, S.L.
Fecha publicación 01-04-2003
Edición :
Número de páginas : 228
ISBN : 978-84-253-3759-8
Encuadernación: RUSTICA (TAPA BLANDA)
Tamaño: 22 x 15