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Manual de lucha contra la droga

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Manual de lucha contra la droga

Sinopsis
Mi situación personal se fue deteriorando y me encontraba cada vez peor. Necesitaba una raya nada más levantarme ya que si no la esnifaba me dolían los riñones, no paraba de bostezar, temblaba ; la tomaba y asunto solucionado , hasta el desayuno. Tenía que meterme otra para poder desayunar, otra para salir de casa, otra a media mañana, otra antes de comer, después de comer, etc., etc., etc. Al principio la coca me quitaba las ganas de comer, más tarde era precisamente la raya la que me permitía alimentarme. Ya no era vida. Ya no podía disimularlo por más tiempo, así que me marché del pueblo a otro muy lejano: poner distancia. No me costó mucho adaptarme al nuevo escenario ( ). Si algo quiero rescatar de mi historia es el daño tan terrible que causé a mis padres. Al comienzo, cuando sospecharon que estaba enganchado, trataban de ayudarme, hablaban -o intentaban hablar- conmigo. Se esforzaron por llegar a ese inaccesible hijo hasta lo indecible. Perdieron la sonrisa, las ganas de vivir. Ya no iban de vacaciones, no salían, sufrían y sufrían una situación que les hacía desangrarse lentamente, que mataba sus ilusiones Un recuerdo inolvidable es la tristeza permanente instalada en sus avejentados rostros antes de tiempo. Mis padres aparentaban 10 ó 15 años más de los que realmente tenían. No dormían esperando mi regreso, no vivían , y todo, gracias a mí ( )
Un día robé un coche y fui a recoger a Lidia a la salida del trabajo. Todo bien. Llevaba un coche potente y mi novia, droga y dinero. Tuve un accidente Lidia murió. Yo quedé en coma durante cerca de mes y medio. Desperté, no recordaba nada. ¿Dónde está Lidia? -preguntaba. Nada me decían, hasta que, una vez recuperado, me lo contaron. Parece ser que iba a mucha velocidad y perdí el control del coche. Iba drogado. Me detuvieron ( )
Se nos mira como a basura, delincuentes, escoria ; pero, si nos paramos a pensar, todos recordamos a algún familiar o amigo que transitó ese camino. Era buena gente. Yo lo conocí. Era un chaval como yo, con sus locuras y sus certezas, su inseguridad y su ingenuidad Ahora ya no está. Cuando se enganchó a la droga era otra cosa. Comenzó su carrera de delitos y prisión, hasta que, lamentablemente, murió en , murió por
No sé si se podrá calificar o no como enfermedad mental, lo que tengo de cierto -al menos para mí-, es que un drogodependiente está más cerca de la enfermedad mental que del delito, no sé si equidistante, pero lo cierto es que no es dueño de sí. Que algo más fuerte que él mismo le arrastra a delinquir, a hacer daño, a destruirse y es precisamente eso lo que nos debe de quedar en la retina cada vez que les observemos y nos atrevamos a juzgarles ( ) .
Esta es parte de una historia, de muchas historias. La droga está ahí, en la calle, al alcance de quien quiera buscarla. Destruye vidas, aniquila familias, ilusiones, esperanzas. Está en nuestras manos -en las de todos-, ayudar aportando nuestro granito de arena en esta contienda.


Biografía del autor:

Raquel GU dibuja desde que tuvo edad para sostener un lápiz y contar historias con dibujos es lo que más le gusta. Sus viñetas han aparecido en medios como Mongolia, Jot Down, El Jueves, Pikara, Principia o El matins de TV3, y es autora de cómic y libros de humor gráfico como La edad estupenda. En el 2021 recibió los premios del Diario de Avisos al mejor guión y dibujo de humor por su serie Las estupendas. De vez en cuando sale a correr por la montaña y es muy fan del salto innecesario.

Editorial EDITORIAL ARANZADI, S.A.

Fecha publicación 01-10-2011

Edición : 1

Número de páginas : 1149

ISBN : 978-84-9903-003-6

Prologuista: SERRA REXACH, Eduardo

Encuadernación: TAPA DURA

Tamaño:  0 x 0

Idioma: Castellano