Humor como muleta, El

Sinopsis
Paco Aguilar, mi padre, tiene la envidiable virtud de hacer que cualquier historia, que en principio pudiera parecer vacua o aburrida, sea interesante. Es una habilidad inseparable de los narradores natos. Mi padre ha sido cantante, actor, humorista y
locutor; pero esas labores lo único que hacían era encubrir y camuflar su verdadera profesión, lo que le ha hecho ganarse la vida y pagar mis filetes -así como el scalextric, mi primer ordenador y la pantalla en - la que escribo estas líneas-, el noble arte de contar cosas, la necesidad de explicar su mundo tal y como él lo vive.
Digo vive y no ve. La diferencia estriba en que si bien la realidad que él percibe puede ser gris, mediocre, difícil o monótona, acaba por salir de su boca convertida en algo apetecible y digno de ser vivido.
Su capacidad para contar buenas historias no depende sólo de su habilidad narrativa sino de cómo ejerce su influencia en lo que le rodea. Y es una influencia buena, en el sentido de que mejora la realidad que viven los demás en el momento de vivirla. El hecho de que lo que cuente interese es una simple cuestión de actitud en él. La existencia sería, indiscutiblemente, más aburrida sin su presencia, y esa virtud, en un narrador, no tiene precio. Su retórica es buena, sí, pero nada comparado con su forma de experimentar la vida y disfrutar de los demás.
Aunque eso no es extraño en alguien que suele repetir con insistencia respirar en un placer.
Daniel Aguilar Pezzi