Crímenes contra el planeta "Cómo algunos gobiernos y emporios económicos han tratado de.... ...ocultar el cambio climático."

Sinopsis
Podríamos llenar esta entradilla haciendo una selección a vuelapluma de algunos de los titulares que nos vienen advirtiendo de los efectos catastróficos que ya estamos padeciendo a causa del calentamiento global, pero... ¿es de veras eso necesario?, ¿Hay alguien que no se haya percibido aún de que nos estamos friendo?

Vaya por delante que Ross Gelbspan, el autor de Crímenes contra el planeta, no es un gurú de la Nueva Era, un demagogo ni un predicador oportunista tratando de pescar popularidad y dólares en el río revuelto de un par de veranos tórridos. Gelbspan es, entre otras cosas, uno de los más reputados periodistas norteamericanos (entre los premios con los que se ha reconocido su trabajo se halla un Pulitzer).

Por lo mismo, su obra debería ser considerada, cuando menos, como digna de atención. Sus tesis son diáfanas y podrían resumirse de este modo: Hemos gestionado este planeta sin el menor respeto hacia la vida y nos hallamos en el umbral de una catástrofe de dimensiones bíblicas . En el transcurso del último lustro, hemos advertido signos de deterioro del entorno que no esperábamos sufrir hasta el año 2080: los glaciares se funden; los océanos se acidifican; la tundra siberiana está soltando dióxido de carbono y metano a la atmósfera a un ritmo terrorífico y el desierto avanza...

A juicio del prestigioso científico James Lovelock, hemos atravesado ya el punto de no retorno... y, sin embargo, algunos gobernantes planetarios parecen ser renuentes todavía a aceptar la realidad de la amenaza, amparándose, a menudo, en los argumentos de ciertos científicos de saldo, a sueldo de los emporios energéticos.

El genial libro de Gelbspan analiza y explica qué está ocurriendo exactamente, al tiempo que dirige su dedo acusador hacia los políticos, los periodistas y los propios ecologistas... Aún hay tiempo de evitarlo , nos dice el premio Pulitzer, pero nada podrá hacerse si los propios ciudadanos no prestan interés por el problema. Informarse es, de seguro, el primer paso.