Cuento chino de la nutrición, El

Sinopsis
Como expresa el autor en el prólogo, la lucha por la supervivencia o lo que es lo mismo, por el acceso a la comida, ha sido, hasta hace poco, la principal preocupación de la especie. El ritmo actividad-comida-descanso, basado en el principio de la competencia, donde la condición física era una ventaja, ha estado vigente hasta, más o menos, la revolución industrial. Pero en la actualidad, ese principio ha dejado de ser válido desde el punto de vista social, aunque no desde el fisiológico. La práctica totalidad de las enfermedades crónicas como la obesidad, diabetes, hipertensión, infarto, osteoporosis, cálculos biliares, etc., son el resultado de una contradicción: animales diseñados para la actividad física que se convierten en sedentarios.
La obesidad y sus malas consecuencias, no resultan de una alteración fisiológica previa, sino que son consecuencia de una patología social. Su tratamiento, mientras no se consiga el fármaco milagroso que haga compatibles el sedentarismo, el abuso de la ingesta y la salud, debe aplicarse, también, vía social. Es decir, convencer de algo que todo el mundo sabe: que la única solución actual al problema del sobrepeso, es moderar la dieta y hacer ejercicio.
La impresionante historia de la humanidad, ha dado lugar a una especie en la que cada uno de sus más de seis mil millones de individuos, aunque son semejantes entre sí, constituyen entidades únicas. Cualquiera de nosotros puede estar seguro de que, por mucho que viaje, por mucho que conozca, no va a encontrar a otro ser humano idéntico a sí mismo, ni en lo fisico, ni mucho menos, en lo psíquico. Por eso, las soluciones a sus problemas, como sus pensamientos, son también únicas.
El sabio chino, protagonista del cuento, ofrece herramientas para aprender a trabajarse a uno mismo. No es aficionado a dar recetas o dictar protocolos de ejercicios. Le gusta explicar los conceptos básicos de la alimentación y los mecanismos con los que el organismo obtiene energía durante la actividad fisica, para que su pupilo aplique estos conocimientos a lo que le interese, de acuerdo con su propia iniciativa e interpretación. Como dice el conocido aforismo oriental: no se trata de dar de comer, sino de enseñar a pescar.